miércoles, 21 de agosto de 2013

JFK dijo

"Cuando un político no ama el bien público ni se respeta a sí mismo, o cuando su respeto de sí mismo se limita a los beneficios del cargo, entonces el interés público está deficientemente servido. Pero cuando su respecto a sí mismo es tan alto que su propia autoestima le exige seguir el camino del valor y de la conciencia, todo será beneficioso. Así, en los próximos tiempos sólo el hombre verdaderamente valeroso podrá adoptar las difíciles decisiones necesarias para nuestra supervivencia en la lucha contra un poderoso enemigo: un enemigo con jefes que apenas necesitan preocuparse de la popularidad de sus acciones, que no tienen que pagar tributo a la opinión pública que ellos mismos manejan, y que pueden obligar a sus ciudadanos, sin miedo a represalias en las elecciones, a sacrificar el bienestar de hoy por la gloria futura." (John Fitzgerald Kennedy, "Perfiles de coraje", 1956).

viernes, 19 de julio de 2013

Detroit hace fallida

Lo que no podía ocurrir ha ocurrido: Detroit se declara en Bancarrota. Como simbolo del desarrollismo exacerbado, de la cultura automovilística, de la producción y el consumo en serie, debería hacernos reflexionar y celebrar que Barcelona haya envejecido tan bien gracias a sus gobiernos municipales socialistas. Detroit no ha sabido integrarse en el posfordismo y su caída debe hacernos conscientes de que en esta vida nada es seguro, ni siquiera algo tan aceptado, incluso entre algunos socialistas, como el sistema capitalista. El modelo que representan Nueva York o Londres, estandartes de la economía financiera frente a la real, la productiva, bien pudiera venirse definitivamente abajo, tambaleante como está hoy en día. ¿Imposible?. En 1950, también lo era que Detroit dijera basta.

jueves, 18 de julio de 2013

A Don Francisco López de los Cobos, Presidente del Tribunal Constitucional

Si el Presidente del Tribunal Constitucional, fuera quien fuese, no pudiera acreditar una absoluta imparcialidad en los procesos en los que intervenga, es de sentido común que no acceda o no continúe en el cargo, si ya hubiera accedido a él. ¿Qué podría empañar esta imparcialidad que, como al valor en los soldados, se le supone?. Una afiliación política, digamos por ejemplo, el pago de las cuotas correspondientes a los años 2008, 2009, 2010 y 2011 al Partido Popular. ¿Qué más podría hacernos dudar de su sentido de la justicia ciega?. El hecho de que lo ocultara hasta el día de hoy, cuando ha salido a la luz este dato gracias a la documentación proporcionada por el hasta hace poco tesorero relativa a una posible financiación ilegal de dicha organización. Es decir, que Don Francisco Pérez de los Cobos, Presidente del Tribunal Constitucional del Reino de España, no sólo no puede acreditar su imparcialidad para presidir tan magna institución, sino que además lo ocultó con premeditación conociendo la transgresión moral y la posible ilegalidad, según la Constitución Española y la Ley Orgánica del Poder Judicial, en la que incurría. Por todo lo anterior, sólo me queda exigir la renuncia inmediata al cargo, al que tan gravemente ha dañado desde sus posibles intereses personales.

jueves, 4 de abril de 2013

LO QUE LA MONARQUÍA NO ESTÁ TENIENDO EN CUENTA


El problema de una forma de gobierno medieval como la monarquía es que no existen mecanismos legales para que las personas que están representando a esta institución, ya sea por derecho de herencia o divino, sean depuestos de sus funciones por los errores que, como cualquier otra persona, pueden llegar a cometer. Por esta razón el pueblo, consciente de que su libertad depende única y exclusivamente de ellos mismos, de su voluntad, puntualmente decide crear estos mecanismos. A veces, por desgracia, estas reacciones son violentas, propias ya de otros tiempos como la Revolución Francesa. A veces, por fortuna, y ya en tiempos modernos, mediante expresión de su voluntad en las urnas, como bien supo Alfonso XIII el 14 de Abril de 1931.
La imputación de la Infanta Cristina no significa que automáticamente se convierta en culpable. Sólo la necedad radical nos impulsaría a condenar a alguien que aún no ha sido juzgado, y la presunción de inocencia es igual para todos, indistintamente de nuestra cuna. Sin embargo, las personas que han sido elegidas para cargos públicos, como Alcaldes, Concejales o Ministros, a las que debemos añadir aquellas no elegidas pero que forman parte de la institución que detenta la Jefatura del Estado, deben cumplir con prístina dedicación sus funciones, y renunciar a ellas a la menor sombra de mácula que pudiera perjudicar las  instituciones que temporalmente representan, desde la alcaldía de un pueblo de mil habitantes a la propia Corona.
Lo que la monarquía no está teniendo en cuenta es que es el pueblo quien le está permitiendo, temporalmente, transitoriamente, y bajo estrecha vigilancia, ocupar su posición en la Jefatura del Estado, y es el pueblo quien puede decidir pedir responsabilidades por muestras de corrupción, influencias interesadas, perjurios y otros tejemanejes. Porque en esta vida nada es seguro, y menos aún el trono de un reino que también fue República.