La renuncia del PSC a presentar el
derecho de autodeterminación en su programa a las previsibles elecciones del 27
de septiembre no puede interpretarse como un signo positivo del socialismo
catalán y mucho menos del socialismo español. Tanto desde el PSOE como desde el
PSC se argumenta que el federalismo, que Esquerra Socialista ha defendido desde
1981 a pesar de ser reciente su adopción por ambas organizaciones en su
discurso oficial, sólo puede alcanzarse en España mediante una reforma de la
actual Constitución, la cual se pretende someter a referéndum en todo el
Estado. Asumiendo que es necesario un acuerdo previo con el Partido Popular con
el fin de hacer realizable esta reforma, esta posibilidad ofrece de antemano
serias dudas de ser factible.
Por el contrario, desde ESC
sostenemos que la reforma del Estado hacia una República Federal Española, y de
carácter laico, hubiera resultado enormemente fortalecida si hubiera sido
sometida a consulta en Catalunya en 2014. Como expresión libre y democrática
debería ser haber contado con el apoyo del PSC y del PSOE, y hubiera existido
la posibilidad de que la mayoría de la sociedad catalana manifestase su
preferencia por la unión federal con el resto de naciones y regiones que
conforman España antes que la separación unilateral, prevaleciendo así la
propuesta de PSC frente a los bloques independentista y reaccionario en los que
se sitúan los diversos partidos del arco parlamentario catalán, tanto de
izquierda como de derecha, incluso aquellos que dada su juventud aún no se
encuentran representados parlamentariamente y mantienen un discurso ambiguo
sobre esta cuestión tan crucial para nuestro futuro. Independientemente del
resultado, el socialismo tenía la obligación de alinearse siempre con la
expresión libre y democrática de la ciudadanía catalana.
Por otro lado, la reforma
territorial que el socialismo catalán persiga para la clase trabajadora
catalana debe indefectiblemente definirse en clave republicana. Mantener una
jefatura del Estado en manos de la monarquía perpetúa la inequidad y la
injusticia en nuestra sociedad. El socialismo, defensor de la libertad y de la
igualdad, no puede ser punto de apoyo de una institución que por naturaleza es
el emblema de lo que desde el socialismo debemos combatir. ¿Se pretende llegar
a un Estado federal bajo la forma monárquica y previo acuerdo con la derecha
nacionalista española?. No sólo esta
opción aparece como poco plausible, sino contraria de todo punto a los
intereses de clase que debemos defender.
Durante demasiado tiempo el
socialismo español ha mostrado connivencia con la monarquía y el sistema
capitalista y el nacionalismo centralizador que la sustentan. En la actualidad,
cuando el descrédito de esta institución y de capitalismo son tan elevados que
el descontento social ha estallado, facilitando el auge de organizaciones
políticas de nueva creación, es más necesario que nunca devolver las instituciones
a la ciudadanía, alejarlas de la corrupción y el clientelismo. Es por ello que
desde ESC consideramos como un error atar nuestro proyecto territorial para
España a una inalcanzable reforma de una Constitución que requiere del
beneplácito tanto de la monarquía como del principal partido de la derecha
española.
El socialismo catalán, y por descontado
el español, debería estar siempre del lado de la libertad y la democracia, y
liderar el deseo de cambio que la nación catalana lleva tiempo manifestando. Al
no hacerlo hemos dilapidado tanto la credibilidad de la organización como las
opciones de convencer a la mayoría de la sociedad catalana de que la reforma
federal y republicana del Estado es el mejor camino para defender los intereses
de trabajadores y trabajadoras, siempre en unión con el resto de trabajadores y
trabajadoras del resto de España, mediante un Estado Catalán libremente
federado con el resto de naciones y regiones en el que pudiéramos poner en
práctica un proyecto socialista, anticapitalista, republicano, defensor de la igualdad
y la justicia social y enemigo de la pobreza.
El derecho a decidir o el derecho
de autodeterminación de cualquier nación debe contar siempre con el apoyo del
socialismo en virtud de la defensa que nuestra ideología debe ejercer de la
libertad de los pueblos y naciones de cualquier continente. No puede nunca
rehuirse esta cuestión ni nuestro posicionamiento claro y sin ambigüedad, si
bien siempre debe enmarcarse esta defensa en el marco de la unión de los y las
trabajadoras de todas las naciones de forma que este derecho beneficie siempre,
como objetivo primordial e irrenunciable, el interés de la clase trabajadora
internacional.
Acudimos por tanto a la cita con
las urnas en Septiembre habiendo equivocado el camino, tanto desde una
perspectiva ideológica como programática, a causa de la carencia de la primera
y la antigüedad de la segunda.
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